martes, 6 de noviembre de 2007

Último Aliento

Esta noche... estoy muy expuesto,
A cigarrillos encendidos a mitad de la penumbra
de una habitación maltrecha,
varias botellas de licor en suelo,
la mayoría de ellas vacías,
mientras las demás quemaron mi destino
bajo una tenue luz de invierno,
que acaparó toda mi resistencia...

En aquellos lienzos negros,
donde la perversidad de tus ojos
resaltaba mi largo camino sin asfalto,
descansaba la necesidad de eliminarte
mientras me seguía preguntando,
hacia dónde recibir el alba.

Y el instante llegó...
cogí el cuchillo afilado de la cocina
y me aseguré en esconderlo
en aquel bolsillo secreto de mi casaca verde oscura;
así, en el ambiente se percibía aquel olor a sangre muerta,
aquella podredumbre fatigante
que se desprendía de cualquier lugar
por donde pasara...
y camine hacia aquel estrecho pasaje,
y me detuve a encender un trasnochado cigarrillo,
las manos me sudaban y mis ojos dilataban los latidos
de mi perseverancia y paciencia,
mi rostro tieso,
inmovible por instantes
consiguió una víctima más a unos metros míos...
se deslizó la sombra perfecta
y contuve mi último aliento,
para salir de mi oscura caverna y cogerla por el cuello...
para inhalar aquel aroma del miedo...
de aquella carne fresca
sacrificada en el altar de la oscura noche...
me introduje en sus más profundos temores subconscientes
mientras deslizaba
una y otra vez aquel afilado cuchillo dentro de su mojada camiseta negra
y así continuaba haciendo aquel mete y saca tan visceral...
pero en medio de aquellos
gritos y llantos,
sentía que parte mía se iba con ella
y el dolor se hacía más profundo,
sus llantos eran los míos,
sus gritos eran los míos...
su vida y su alma ya me pertenecía,
y en medio de una oscura penumbra
que se jactaba de mi absurda realidad,
preferí esconderme de todos
y hundirme una vez más.

manuel castillo l.

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